SIGO SIN BEBER
Ha pasado el tiempo...y no he vuelto a tomar ni una sola gota de alcohol.
En estas semanas he podido comprobar que mi adicción o mi necesidad era más una dependencia psicológica que física.
Reuniones con amigos, cenas fuera de casa donde la única que se bebía la botella de agua era yo; el resto del personal se iba animando con el vino y las copas.
Es una sensación extraña porque notas como los demás se van desinhibiendo, van cogiendo ese "puntito" de alegría que en circunstancias normales no tienen mientras que yo aprendo a disfrutar, a reirme, a pasarlo bién sin necesidad de ingerir alcohol.
La primera cena social que hice fué tremendamente aburrida porque me sentía desplazada, como si aquello no fuera conmigo. Esta última vez, me reí a carcajadas...embriagada por
una sensación placentera...y descubrí que para disfrutar de la vida sólo hacen falta ganas de vivir.